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El envejecimiento es un fenómeno continuo e inevitable que todos los seres humanos vamos a sufrir. Por convención, se ha definido población geriátrica o «adultos mayores» a aquellos mayores de 65 años de edad. Como cualquier órgano, la piel sufre cambios con el envejecimiento. La piel está sometida constantemente a varios estímulos dañinos, sobre todo en áreas más expuestas como la cara, el cuello y las manos. La piel es una ventana de los cambios cronológicos y la evidencia visible del envejecimiento. Es un órgano complejo en su fisiología y fisiopatología; por lo tanto, sufre cambios intrínsecos o cronoenvejecimiento y cambios extrínsecos englobados en el término de fotoenvejecimiento. El patrón de envejecimiento se ve modificado por hábitos, estilos de vida, exposición ambiental, enfermedades y factores genéticos que determinarán la magnitud de los cambios que se presentan en la biología humana única para cada individuo a lo largo de los años. CAMBIOS POR EL ENVEJECIMIENTO Con el envejecimiento, la capa externa de la piel (epidermis) se adelgaza, aun cuando la cantidad de capas celulares permanece sin cambio alguno. La cantidad de células que contienen pigmento (melanocitos) disminuye. Los melanocitos que quedan aumentan de tamaño. La piel envejecida aparece más delgada, más pálida y transparente (traslúcida). Las manchas pigmentadas grandes, incluso las manchas por la edad, manchas hepáticas o lentigos, pueden aparecer en zonas expuestas al sol. Los cambios en el tejido conectivo reducen la resistencia y la elasticidad de la piel. Esto se conoce como elastosis. Es especialmente notable en las zonas expuestas al sol (elastosis solar). Esta afección produce la apariencia correosa, deteriorada por la intemperie, que se suele ver en granjeros, marineros y otras personas que pasan gran parte del tiempo al aire libre. Los vasos sanguíneos de la dermis se vuelven más frágiles. Esto lleva a que se presenten hematomas, sangrado debajo de la piel (a menudo llamado púrpura senil), hemangiomas capilares y afecciones similares. Las glándulas sebáceas producen menos aceite a medida que usted envejece. Los hombres experimentan una mínima disminución, más frecuentemente, después de los 80 años de edad. Las mujeres producen gradualmente menos aceite después de la menopausia. Esto puede hacer que sea más difícil mantener la piel humectada, lo que causa resequedad y picazón. La capa de grasa subcutánea se adelgaza, por lo que tiene menos aislamiento y amortiguación. Esto aumenta el riesgo de lesión de la piel y reduce la capacidad de conservar la temperatura corporal. Debido a que usted tiene menos aislamiento natural, puede sufrir de hipotermia en clima frío. Algunos medicamentos son absorbidos por la capa grasa. Perder dicha capa cambia la manera en la que actúan dichos medicamentos. Las glándulas sudoríparas producen menos sudor. Esto hace que sea más difícil mantenerse fresco. Su riesgo de sobrecalentarse o de sufrir insolación aumenta. Las neoplasias como papilomas cutáneos, verrugas, parches ásperos (queratosis) y otras manchas son comunes en las personas mayores. EFECTO DE LOS CAMBIOS A medida que usted envejece, se incrementa el riesgo de que se produzcan lesiones en la piel. La piel es más delgada, más frágil y usted pierde la capa protectora de grasa. También puede ser menos capaz de sentir el tacto, la presión, la vibración, el calor y el frío. Frotar o jalar la piel pueden causar desgarros cutáneos. Los vasos sanguíneos frágiles se pueden romper fácilmente. Se pueden formar moretones y acumulaciones de sangre planas (púrpura) y elevadas (hematomas), incluso después de una lesión menor. Las úlceras de decúbito pueden ser provocadas por cambios en la piel, pérdida de la capa de grasa, una disminución de la actividad, mala nutrición y enfermedades. Las llagas se observan principalmente en la superficie externa de los antebrazos, pero pueden ocurrir en cualquiera otra parte del cuerpo. La piel envejecida se repara a misma más lentamente que la piel joven. La curación de una herida puede ser hasta 4 veces más lenta. Esto contribuye a la generación de úlceras de decúbito e infecciones. La diabetes, los cambios en los vasos sanguíneos, la disminución de la inmunidad y otros factores también afectan la curación. Consulte a un especialista para que le indique el tratamiento adecuado.

Dermatología geriátrica

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Dra. Berenice Moreno Cruz

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Médico Dermatólogo Recertificado UNAM/UASLP Cédula Profesional: 4065075 / Cédula de Especialidad: 6087593
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Dermatología geriátrica

El envejecimiento es un fenómeno continuo e inevitable que todos los seres humanos vamos a sufrir. Por convención, se ha definido población geriátrica o «adultos mayores» a aquellos mayores de 65 años de edad. Como cualquier órgano, la piel sufre cambios con el envejecimiento. La piel está sometida constantemente a varios estímulos dañinos, sobre todo en áreas más expuestas como la cara, el cuello y las manos. La piel es una ventana de los cambios cronológicos y la evidencia visible del envejecimiento. Es un órgano complejo en su fisiología y fisiopatología; por lo tanto, sufre cambios intrínsecos o cronoenvejecimiento y cambios extrínsecos englobados en el término de fotoenvejecimiento. El patrón de envejecimiento se ve modificado por hábitos, estilos de vida, exposición ambiental, enfermedades y factores genéticos que determinarán la magnitud de los cambios que se presentan en la biología humana única para cada individuo a lo largo de los años. CAMBIOS POR EL ENVEJECIMIENTO Con el envejecimiento, la capa externa de la piel (epidermis) se adelgaza, aun cuando la cantidad de capas celulares permanece sin cambio alguno. La cantidad de células que contienen pigmento (melanocitos) disminuye. Los melanocitos que quedan aumentan de tamaño. La piel envejecida aparece más delgada, más pálida y transparente (traslúcida). Las manchas pigmentadas grandes, incluso las manchas por la edad, manchas hepáticas o lentigos, pueden aparecer en zonas expuestas al sol. Los cambios en el tejido conectivo reducen la resistencia y la elasticidad de la piel. Esto se conoce como elastosis. Es especialmente notable en las zonas expuestas al sol (elastosis solar). Esta afección produce la apariencia correosa, deteriorada por la intemperie, que se suele ver en granjeros, marineros y otras personas que pasan gran parte del tiempo al aire libre. Los vasos sanguíneos de la dermis se vuelven más frágiles. Esto lleva a que se presenten hematomas, sangrado debajo de la piel (a menudo llamado púrpura senil), hemangiomas capilares y afecciones similares. Las glándulas sebáceas producen menos aceite a medida que usted envejece. Los hombres experimentan una mínima disminución, más frecuentemente, después de los 80 años de edad. Las mujeres producen gradualmente menos aceite después de la menopausia. Esto puede hacer que sea más difícil mantener la piel humectada, lo que causa resequedad y picazón. La capa de grasa subcutánea se adelgaza, por lo que tiene menos aislamiento y amortiguación. Esto aumenta el riesgo de lesión de la piel y reduce la capacidad de conservar la temperatura corporal. Debido a que usted tiene menos aislamiento natural, puede sufrir de hipotermia en clima frío. Algunos medicamentos son absorbidos por la capa grasa. Perder dicha capa cambia la manera en la que actúan dichos medicamentos. Las glándulas sudoríparas producen menos sudor. Esto hace que sea más difícil mantenerse fresco. Su riesgo de sobrecalentarse o de sufrir insolación aumenta. Las neoplasias como papilomas cutáneos, verrugas, parches ásperos (queratosis) y otras manchas son comunes en las personas mayores. EFECTO DE LOS CAMBIOS A medida que usted envejece, se incrementa el riesgo de que se produzcan lesiones en la piel. La piel es más delgada, más frágil y usted pierde la capa protectora de grasa. También puede ser menos capaz de sentir el tacto, la presión, la vibración, el calor y el frío. Frotar o jalar la piel pueden causar desgarros cutáneos. Los vasos sanguíneos frágiles se pueden romper fácilmente. Se pueden formar moretones y acumulaciones de sangre planas (púrpura) y elevadas (hematomas), incluso después de una lesión menor. Las úlceras de decúbito pueden ser provocadas por cambios en la piel, pérdida de la capa de grasa, una disminución de la actividad, mala nutrición y enfermedades. Las llagas se observan principalmente en la superficie externa de los antebrazos, pero pueden ocurrir en cualquiera otra parte del cuerpo. La piel envejecida se repara a misma más lentamente que la piel joven. La curación de una herida puede ser hasta 4 veces más lenta. Esto contribuye a la generación de úlceras de decúbito e infecciones. La diabetes, los cambios en los vasos sanguíneos, la disminución de la inmunidad y otros factores también afectan la curación. Consulte a un especialista para que le indique el tratamiento adecuado.
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NO COBRO POR ADELANTADO LOS PAGOS SE HACEN PERSONALMENTE EN LA CONSULTA O EN LA CLÍNICA NO TENGO CUENTAS DE: FACEBOOK, MEDIESTETICA, DOCTORALIA, LINKEDIN, NI CORREO ELECTRONICO, ETC…
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